Por el MI Raúl Ocampo Vargas
Cuando Garry Kasparov dio una entrevista después de ganar la Superfinal del Campeonato de Rusia 2004, manifestó que había sido agradable el volver a jugar al ritmo clásico de tiempo de reflexión; pero no obstante no se oponía al ritmo que la FIDE ha estado utilizando para sus torneos. “Ya en la jugada 20 o 25 se encuentra uno en apuro de tiempo, pero el ajedrez se vuelve más dinámico”.
El acicate de tiempo ayuda a que no se hunda uno en “riflexiones” y evite el estar pensando durante la partida que tipo de comida quiere para la cena, o en los extraños gestos que “el asere” de al lado realiza mientras trata de encontrar como acomodarse en su silla, o ver que “volao” esta el afiche del torneo Carlos Torre, mientras hace cuentas cuanto se embolsó Ivanchuk por minuto en su debut en tierra maya. A veces el correr del reloj nos ayuda a interrumpir a aquel conversante que inició la plática con el “A mi no crean, pero….” antes de soltar el chisme de la ronda; así uno puede decir: “disculpame social, pero ya me echaron a andar el reloj” Y en el caminar de una pata mas corta que la otra, nuestro verdugo análogo nos obliga a sentarnos, mientras dejamos en alguna parte de la ventana del patio aledaño al salón de ajedrez, un habano que nos dice: “Ve, anda, pero regresa pronto”.
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